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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Dave Brubeck: La paloma

Hermosísima versión en jazz

Mariza: concierto en Lisboa

Después, quizá, de Amalia Rodriguez, es esta hermosa voz, la que canta con la más profunda y triste nostalgia de Portugal.

Emilio Lledó: Premio nacional de letras

Deletrear el Mundo PALABRAS DE EMILIÓ LLEDÓ EN LA FERIA DEL LIBRO DE MADRID 2014 En el mundo de la realidad, estamos; pero en el mundo del lenguaje, de los libros, somos. Las silenciosas páginas que esperan a sus lectores muestran, entre otras cosas, que vivir es dialogar, entender, soñar, interpretar. La lectura, en el surco del tiempo, nos arranca de ese originario silencio de cada existir. Leer es oír otras voces, descubrir otras conversaciones, enriquecer la sensibilidad y la inteligencia y, de paso, sentir el susurro de la escritura como un territorio de la posibilidad, de la creatividad; de recrearnos, de volver a ser, con todas esas voces que nos hablan (y nos ayudan). Tendríamos que dar las gracias a esos autores que nos han dejado en sus páginas el sorprendente gozo de la escritura. Una forma de sostener el tiempo, de poner en las palabras que nos ofrecen la esperanza, la felicidad, la libertad de pensar, (de no dejarse manejar). Este es el inmenso regalo que e

Poesía y geografía

Antonio Muñoz Molina escribe un artículo fascinador, que toca tanto, el encanto de la literatura como la experiencia del lector, como viaje e inmersión. Tomado de El País de España, de su nota semanal  Ida y vuelta. http://cultura.elpais.com/cultura/2014/11/11/babelia/1415725151_293321.html

Ternura plena: Melody at Night

Después de un año de total apatía y agotamiento, sin la fuerza necesaria para levantar la tapa de madera de su piano, Keith Jarrett, habla con su enfermedad (Síndrome de fatiga crónica)  y le interpela: “Acepto tu presencia, reconozco tus efectos… pero yo debo emprender este trabajo.” Se refería a ese bello y significativo álbum, que tituló: The melody at night, with you. Era un regalo de amor a su pareja de muchos años. Era un renacer, desde la nulidad creativa,  hacia lo que antes había sido  la apasionada y febril búsqueda  de la perfecta melodía, de la interminable fuente de la improvisación genial de un loco, que ha maravillado al mundo con la luz de su locura. A los cincuenta años, Jarret, estaba musicalmente muerto. Habían pasado cuarenta y dos años de su primer concierto público, donde el genio moderno, ya intercalaba melodías de otro gran niño genio llamado Amadeus, con sus propias creaciones.  Cuatro décadas febriles lo habían agotado, hasta el extremo. Y en